loader


Imagen

Imagen Política

INTRODUCCIÓN ¿QUE ES LA IMAGEN POLITICA?

En política, la imagen es un recurso, un instrumento, una herramienta, un proceso y un método para acceder al poder; para competir por él; para ejercerlo y para conservarlo.

Como recurso, instrumento y herramienta, la imagen política debe ser utilizada de manera estratégica, oportuna y eficiente. La calidad de la misma depende precisamente del poder que pueda generar, es decir, de la influencia, liderazgo, dominio, privilegios, distinciones, oportunidades y seguidores leales que produzca y todos estos conceptos no son bienes que se puedan obtener de manera comercial o publicitaria.

La imagen política es un proceso, pero su fin último no está relacionado en nada con la estética sino con el poder, y el poder entendido como la capacidad de algunos para hacer que otros hagan lo que en condiciones normales no harían. El poder se estableció para que algunos -unos cuantos- puedan influir en las decisiones de otros -las mayorías-, lo que implica establecer un orden de las cosas y recibir un trato social diferenciado como consecuencia de ello.

PODER, POLÍTICA E IMAGEN
Contrario a lo que se pueda argumentar, la idea del poder no es democrática, ni tampoco es la del gobierno, ni la autoridad. Esta distinción es importante porque la imagen política está ligada a estos conceptos y se requiere, amiga o amigo lector, que usted interprete adecuadamente lo que ello significa. Democracia es igualdad de oportunidades, respeto, tolerancia, reconocimiento de la diversidad, competencia limpia, condiciones de equidad, pluralidad, transparencia y rendición de cuentas.

Aunque los más nobles ideales y aspiraciones impulsen a un actor a competir en la política, la forma de cumplirlos depende de los grupos, intereses y recursos que pueda articular en torno a sus metas, lo cual no estará nunca exento de ciertas confrontaciones con quienes no los comparten. Muchos dicen que la política es como un tablero de ajedrez, donde enfrente se sitúa el rival, sin embargo, lo desagradable de la política real es que a ciencia cierta no se puede saber dónde están situados los opositores.

Así las cosas, el poder ni las funciones públicas pueden ser de todos, una vez que se ha establecido y se ha cumplido con el orden democrático; para ser legítimo, el poder se ejerce por quienes la sociedad ha seleccionado como los más aptos para ello. De esta forma, la imagen política es el resultado de un proceso de promoción, difusión y comunicación que le permite al actor político presentarse ante la ciudadanía y proporcionarle la información que requiere para que sea seleccionado entre las distintas opciones en competencia.

Permítame explicarme más detalladamente. El poder otorga facultades de decisión y determinación política, social y económica. Su presencia conlleva las más diversas expresiones de la condición humana tales como orgullo, miedo, reconocimiento, respeto, lealtad y toda la variedad de emociones, creencias, sentimientos y expresiones humanas. Por lo tanto, la imagen debe servir para promover a mujeres y hombres que sepan cumplir las funciones de representación y liderazgo político en una sociedad y tiempo determinados.

Sin embargo, en los últimos años, el deterioro de las instituciones políticas, la falta de credibilidad y confianza en los políticos, el descrédito del gobierno y la falta de autoridad moral de los funcionarios públicos son el resultado de la mala percepción que los ciudadanos tienen de la política y particularmente de los partidos y de los actores políticos.

Más aún, cuando un servidor público es señalado como corrupto, cuando sus omisiones han significado daños al patrimonio público, cuando se falta a la verdad, cuando se incumplen las promesas de una campaña electoral o cuando surge el escándalo, lo que se deteriora va más allá de una imagen personal. En cada diputado borracho, en cada senador aficionado a la vida disipada y en cada policía ligado al narcotráfico y la delincuencia va implícito el desprestigio de las instituciones políticas que representan.

De ahí la importancia de que la imagen de la política sea la óptima y de ahí la importancia de transmitir a través de esa imagen, confianza, certidumbre y credibilidad a la ciudadanía.

Ahora bien, defino la imagen política como un conjunto de características, capacidades, habilidades, recursos, atributos, estímulos y mensajes susceptibles de ser comunicados y que, al ser percibidos de forma positiva, permiten al actor político definir y orientar la Percepción de un público objetivo, así como distinguirse y posicionarse con respecto a sus competidores.

La imagen es característica, es decir elementos que le son propios, exclusivos y particulares y los cuales definen a un actor político del resto. Son capacidades y habilidades porque en cada momento la competencia por el poder requiere de actuar con flexibilidad y sentido de oportunidad y de poner a prueba los recursos de que se dispone.

La imagen también es atributos, porque mucho de lo que envuelve al ejercicio de la política está formado a través de percepción, de sensaciones, de expectativas y especulación, a veces incluso de rumores, simbolismos y la mitología que distingue desde siempre a la política.

Finalmente, la imagen es estímulos y mensajes, requiere ser comunicada a determinados sectores y grupos específicos. Este es el aspecto de proyección, difusión y comunicación que la vida moderna ha impuesto a la imagen de los políticos y que prevalece en una sociedad mediática, donde la política para ser, requiere de pasar a través de los medios de comunicación masiva.

No se puede, en nuestros días, gobernar al margen de los medios. En sociedades tan diversas, numerosas y complejas, la sociedad misma simula, intuye y afirma su facultad de fiscalización de la autoridad a través de los propios medios.

De la misma forma, una imagen exitosa en el ámbito político requiere de cubrir el aspecto cualitativo de la percepción formada por un flujo de comunicación entre los actores políticos y la sociedad -la cual por cierto no observa un flujo vertical, sino dinámico e interactivo-. Es decir, para ser eficiente, una imagen política requiere de ser valorada de manera positiva.

La falta de visión de la mayoría de los políticos ha generado una problemática compleja en torno a la imagen de la política, ya que muchas veces se confunden los públicos y la popularidad con la legitimidad y el consenso, lo que acarrea problemas. En la esfera política, la imagen sirve para desarrollar poder, fortalecer el liderazgo y permanecer en la esfera pública como protagonista. Como veremos más adelante, construir una imagen política sin una base de poder resulta una tarea inútil. La premisa fundamental de la imagen política es que debe ser competitiva.

El recurso del poder es el bien más escaso, codiciable y corruptor que la sociedad humana ha concebido. No se puede pretender que la imagen política sea el resultado de la simpatía y la popularidad, únicamente. La legitimidad y el consenso son aspectos que no se generan en programas de radio y televisión ni que se pueden representar estadísticamente en las encuestas.

Ante todo, debe quedar claro que hablar de imagen en política no es una cuestión meramente estética. La eficiencia y calidad de la imagen política residen en la permanencia de un actor como líder, acorde a un público objetivo, a una meta social, al cargo al que aspira o bien a la envestida que detenta.

EL USO DE LA IMAGEN EN LA POLÍTICA

La imagen política es un recurso, que utilizado de manera inteligente, eficiente y estratégica, nos sirve para distinguirnos de nuestros competidores. Ser un político de nivel es mantener una congruencia y estilo que realmente validen el rol social que le ha sido asignado, es decir, la imagen política se utiliza para ampliar las capacidades de competencia, posicionamiento, diferenciación y rentabilidad electoral.

En lo que toca a la relación entre gobernantes y gobernados, la imagen nos permite romper condicionamientos, barreras y prejuicios en la comunicación con la sociedad.

De igual manera, los políticos utilizan su imagen para formar, negociar, conducir y desarrollar relaciones de mutuo beneficio con los ciudadanos, las organizaciones, los grupos de intereses y otros actores políticos.

Otros usos de la imagen en el ámbito del poder son los de:

Desarrollar, consolidar y estimular el liderazgo social de su partido u organización. Disponer de aceptación, fuerza, influencia y apoyo para operar sobre sus adversarios y aliados, y alcanzar objetivos, posiciones y acuerdos. Articular el desempeño de los órganos de gobierno a las demandas y expectativas sociales. Desarrollar bases de apoyo para la toma de decisiones. Definir el contenido y fortalecer el impacto de las políticas públicas y los programas de gobierno. Desarrollar proyectos públicos más eficientes. Generar interés en la sociedad por participar en los procesos políticos. La necesidad de formar una imagen como recurso para generar poder no es nueva. Data de milenios, desde el origen mismo de las formas de organización social que requerían el ejercicio de un liderazgo encaminado a distinguir a los seres humanos en dos tipos: aquellos que ejercen el poder y aquellos sobre quienes se ejerce dicho poder.

Imagen y poder han estado ligados desde tiempos remotos. En su momento, el significado y orientación de los rituales y los símbolos de los jefes y magos, de sacerdotes y guerreros de antaño, fueron imágenes del poder.

El poder se ligó a la fuerza, la sabiduría, el conocimiento y el culto divino, fue representado por los colmillos, los cuernos o la piel de animales, por adornos corporales, tatuajes, coronas, cetros o bastones.

Conforme las civilizaciones evolucionaron, la imagen del poder lo hizo también. Faraones, reyes y césares construyeron magníficas obras en las que se mostraba el esplendor y la magnitud de su dominio. Sus estatuas y pinturas representaban su grandeza y perfección. Su riqueza les permitía construir imágenes que los representaban como hombres y mujeres muy por encima de lo común.

En aquellos tiempos, sin los recursos de los medios actuales de comunicación, en cada punto de reunión, como templos y mercados, en los cuarteles, en los sellos de correo, los estandartes de guerra, en la moneda y en cada uno de los puntos cardinales de sus dominios, los reyes de esos días colocaban una imagen de sí mismos, hecha a la semejanza de la percepción que el gobernado pretendía difundir como su representación terrena.

Los tiempos cambiaron, pero no la idea central de que el poder estaba ligado a la imagen y viceversa. De tal forma que las mujeres y los hombres que detentaban el poder podrían estar seguros de que pasarían a la historia sin los defectos de su realidad humana, en un ambiente imaginario, propicio y reservado solo para ellos, al mismo tiempo que inalcanzable para el resto de la sociedad.

Sin embargo, diversos factores fueron acotando la relación entre el poder político y la imagen. Algunos se debieron a la propia evolución histórica, unos más al avance tecnológico, y otros a los cambios socio-políticos, principalmente a la relación misma que se configuró entre gobernantes y gobernados.

Por ejemplo, en materia de imagen y poder político, el impacto de los medios de comunicación masiva ha sido contundente y significativo. Pensemos tan solo en lo que la fotografía quitó y añadió a las imágenes de los poderosos. El arte fotográfico dejó atrás la perfección de estatuas, monumentos y pinturas, la representación de los poderosos pudo ser captada en una dimensión más realista y humana. Con la foto, la imagen política pudo ser relacionada a un contexto sin estilizar.

Pero si la foto era instante, el cine y luego la televisión le añadieron el efecto del movimiento y la secuencia. La imagen de los gobernantes se hizo más terrena, cotidiana y humana. La imagen del poder, se hizo menos simbólica. Asimismo, a través de prensa la imagen política pasó no solo a ser vista, sino interpretada, revisada y analizada.

Si continuamos haciendo historia encontraremos cómo la expansión de los medios atrajo e influyó para que la dramatización de la imagen política fuera instrumento no solo de comunicación entre gobernantes y gobernados, sino también de manipulación, persuasión y seducción.

Antes de entrar en materia, no quiero dejar de mencionar que coincido con innumerables autores, quienes señalan que el impacto más profundo en materia de imagen política lo ha causado la televisión, que se ha convertido en eje, canal, arena y recurso estratégico de comunicación política.

Sin embargo, la política tiene algo de aspecto teatral y puedo afirmar que en sus escenarios muchos sucumben o corren el riesgo de verse marginados y de conformarse con un rol secundario si es que no saben entender el valor de la definición, construcción, administración y evaluación de la imagen.

¿CÓMO CONSTRUIR UNA IMAGEN POLÍTICA?

La metodología para construir una imagen en política es fundamentalmente similar a la que se utiliza en otras áreas de trabajo, es decir, sigue 4 pasos básicos: Investigación.- Donde se determinan las características, motivaciones, expectativas e intereses de la población objetivo a la que se pretende comunicar la imagen del actor.

Diseño.- Etapa en la que se integra el modelo de imagen más eficiente, congruente, efectiva y convincente que se requiere. Ingeniería de imagen.- Que son los procesos mediante los cuales se afinan los detalles y se definen las estrategias para mejorar la comunicación y posicionamiento del sujeto y que con base en el modelo preestablecido nos sirven para generar certeza, confianza, credibilidad e identificación.

Evaluación.- En la que se revisa la eficacia del modelo de imagen y se retroalimenta al actor sobre los resultados obtenidos, a fin de realizar los ajustes necesarios dependiendo de la percepción que logre en su público objetivo. Este proceso es permanente y en política tiene uno de sus momentos culminantes durante la jornada electoral.

Sin embargo, el contenido de la imagen política es lo que determina sus características distintivas, las cuales describiremos de manera breve.

En primer lugar, el modelo de imagen política de un actor está ligado y fuertemente influenciado por el partido político que representa. Esto es siempre válido, ya que nadie que participe en política, al menos en nuestro país, lo puede hacer al margen de tales organizaciones.

El partido incide en el actor político sea candidato o funcionario, ya que un partido es fuerza social, es un grupo con experiencia, con una historia común, con un programa y un ideario que determina su fuerza, influencia y recursos.

Pertenecer a un partido masivo, con presencia en la mayoría del territorio de competencia, con organizaciones de base muy activas y con líderes locales que forman parte de sus cuadros, ofrecen una gran ventaja. Obviamente, cuando se pertenece a un partido nuevo sin propuesta clara, sin antecedentes y sin apoyo social, las cosas resultan más difíciles. El modelo de imagen política que se utiliza actualmente se divide en 7 aspectos primarios, cada uno de los cuales tiene diversos ámbitos interrelacionados. Dicho modelo, además, está vinculado a una estrategia, misma que determina la prioridad, alcance y duración de las acciones a realizar.

MODELO DE IMAGEN POLÍTICA.

1. Aspectos políticos.- La imagen política debe ser ante todo, de liderazgo, pero de liderazgo de servicio. Un político debe ser una persona con tacto, sensibilidad y habilidad que cuide sus alianzas, sus vínculos con grupos u otros actores. Cuide sus compromisos, fije prioridades y actúe con miras a proyectos de largo alcance, ya que muchos caen presas del poder y se dejan llevar por falsas percepciones, en términos populares se marean en un ladrillo.

La imagen de un político debe ser la de una persona que atraiga a las masas, que proyecte seguridad y confianza en sí mismo, debe ser un negociador eficiente y saber conducir a los grupos, agregándolos en torno a su proyecto social.

La imagen política debe seducir y persuadir, debe ser capaz incluso de polarizar y manipular la opinión pública cuando le es adversa, sin faltar a la verdad y la honestidad.

Ante sus opositores, un político debe ser tal que su fortaleza no esté a discusión, debe mantener una actitud sobria y digna.

En política hay reglas certeras, los enemigos son siempre reales y muy pocas veces se puede medir su fuerza. Los amigos son pocos; de hecho, muy escasos. Potencialmente, todos los aliados, no son tales hasta haberlo comprobado. Los intereses cambian, fluctúan y en política, muy frecuentemente los intereses suelen imponerse sobre los valores. Si usted puede interpretar esto adecuadamente o tenerlo en mente siempre, prevalecerá en la competencia política, si no, corre el riesgo de durar poco en este ámbito.

2. Aspectos hieráticos.- Los valores que la sociedad debe percibir en un político como parte de su imagen están relacionados en primer lugar con la confianza y la credibilidad.

La verdad, la honestidad y la integridad deben formar parte de su reputación y prestigio. Se debe ser el primero en respetar y exigir el respeto de la ley, las normas y las autoridades. Entre otras cosas, nadie debe dudar de su nacionalismo, su sentido de pertenencia, identidad y orgullo por lo popular.

El político actual debe ser humanista, debe tener sensibilidad y alto sentido de la tolerancia. Más que nadie, el político está obligado a mostrar solidaridad con los grupos marginados y ser guardián de la pluralidad y la diversidad ideológica de estos tiempos.

La imagen política se proyecta también de acuerdo a las instituciones sociales como la familia, la unidad social y las formas culturales, costumbres y creencias de las regiones y localidades.

3. Aspectos psicológicos.- La emoción ha prevalecido siempre sobre el raciocinio en la determinación de las preferencias políticas. Las masas populares reaccionan mejor a los estímulos de fácil asimilación que los políticos les envían. De tal forma que la imagen política debe conectarse a formas de percepción ligadas a la emotividad de las mayorías.

De un político es importante cuidar que su aspecto y su manejo en los medios de comunicación le proyecten como un ser humano sensible, con carisma y también con una gran capacidad de autocontrol, ya que ello le permitirá ser percibido como una persona equilibrada, moderada, imparcial y objetiva.

El político actual debe ser un comunicador muy efectivo, un motivador que se convierte en el difusor central de las emociones, como un nuevo predicador debe contagiar a sus seguidores, debe alentarlos y debe de orientarlos, por lo tanto debe ser una persona extrovertida, adaptable, flexible, empática, optimista y asertiva.

En cada saludo, abrazo o contacto que una candidata o candidato tengan con sus electores debe expresarse su calidez, su fuerza, en definitiva, la gente debe desear verlo, oírlo, estrechar su mano, abrazarlo, tocarlo, sentirlo para percibirlo. Este deseo es un buen parámetro de medición para saber si nuestra estrategia de imagen está funcionando adecuadamente.

Siempre debe mostrar un carácter resistente, dinámico, propositivo. Si quiere tener éxito en política debe aprender a soportar la crítica, el chisme y la intriga y todos los comentarios negativos que sus adversarios depositarán en su persona, en la de sus amigos y en la de su propia familia. Es un talento el manejar el humor sin convertirse en un patito o comediante de tercera, no caiga en el falso juego de querer ganar simpatías haciendo el ridículo, más que nada muéstrese seguro, confiable, agradable, sencillo y cordial.

4. Aspectos sociales.- El prestigio social se gana con reconocimiento, se puede ser un gran filósofo, una mujer emprendedora, culta y una gran madre de familia, pero si esta información no trasciende a la sociedad, de nada sirve. Dependiendo de las condiciones de competencia, para un político es importante mostrar un cierto arraigo e identidad en torno a la comunidad.

Haber realizado alguna labor social es muy importante, así como ser una persona altruista, dedicada a causas y movimientos en apoyo a personas con capacidades diferentes, adultos mayores, grupos religiosos o sociedades benefactoras.

Cuenta mucho la presencia del actor político, el conocimiento que la gente tenga de su calidad moral, de su trabajo, de sus antecedentes, de la historia de su familia y la personal.

En las estrategias políticas, la comparación es una premisa básica que pretende ante todo capitalizar las fortalezas de la imagen de un actor, minimizando las debilidades y haciendo lo contrario con un adversario, de tal modo que las virtudes se magnifican a grado superlativo, esperando que el impacto de los defectos no afecte en nuestra contra la percepción de los ciudadanos. 5. Aspectos físicos.- La primera impresión que se tiene de un político resulta fundamental para formar una percepción favorable. La presencia, vestuario y estética son características que debemos observar a detalle y con mucho cuidado y ello no quiere decir sino que se busquen las que sean más adecuadas al modelo de imagen deseado, es decir, a veces incluso se debe actuar para hacer a un candidato más ordinario, menos brillante y más común, o sea más cercano a la ciudadanía. Contar con la mejor presencia física, aparecer como el candidato más elegante o la candidata más hermosa, no son garantía de triunfo electoral si su imagen es percibida como negativa, ostentosa o fuera de lugar.

La imagen verbal es quizá uno de los aspectos que más deben cuidarse en materia política, el dominio de la voz y la contundencia en la oratoria política son recursos imprescindibles de los cuales debe hacerse no solo uso, sino gala.

Queremos que el político se exprese y que por medio de él, la sociedad se exprese, que la gente comprenda el mensaje, que lo crea, lo asimile y lo recuerde en el sentido que nosotros queremos. Tenemos que hacer que el público se identifique a tal grado con nuestro actor político que se sienta persuadido, casi seducido y eso se logra cuando se evitan los discursos largos y tediosos, así como las frases retóricas y complicadas.

Es más probable tener éxito en imagen política cuando nos dirigimos de lleno a la audiencia, cuando usamos un lenguaje informal, directo y sincero. Cuando damos cifras precisas y sustentamos nuestras afirmaciones en hechos conocidos y validados por el público, así cuando somos breves y sustanciales.

Además de una imagen un político requiere de un mensaje, una propuesta, una serie de ideas que representan su visión y proyecto particulares. En cada oportunidad que tenga, por mínima que sea, debe ser capaz de comunicar su mensaje, es decir, las causas por la que es mejor que sus competidores, así como las razones por las que la gente debe votar por ella o el.

Ante audiencias pequeñas o masivas, en un discurso de 30 segundos u otro de 20 minutos, se debe desplegar su elocuencia y los estímulos ambientales que hagan a la gente percibir su grandeza. El contenido de su discurso debe ser aquel que le diga a la gente cuál es la meta, la definición y el sentido de las cosas.

6. Aspectos mediáticos.- La política de hoy es la de los medios masivos de comunicación, la que se define en una estructura, un contenido y un esquema de creatividad y dinamismo dominado por el medio.

El actor político debe ser un actor mediático eficiente si desea que su imagen política le favorezca. Debe generar mensajes, publicidad, propaganda y spots recordables, que se fijen en la mente y emoción de sus electores, que transmitan su fuerza y que generen conocimiento y aceptación de su persona.

Las relaciones públicas son otra de las áreas que con mayor cuidado deben vigilarse si se desea desarrollar un modelo de imagen para personajes políticos. Ante todo, debe tenerse una visión incluyente y a futuro, siendo muy cuidadosos en atender y preservar excelentes vínculos con la prensa y los medios electrónicos. De igual modo, disponer de un especialista en comunicación que difunda con oportunidad, veracidad y relevancia la imagen y mensaje de un actor es vital, ya que se requiere imprimir un estilo diferenciado a través de boletines, artículos, notas, comunicados y otros instrumentos de la prensa escrita.

Lo mismo se requiere con los grupos sociales representativos, los líderes de organizaciones, los factores de poder local, líderes de opinión, comunicadores y en general, con todas aquellas personas cuya percepción favorable nos ayude a difundir nuestra imagen y mensaje.

Es muy importante recibir una gran preparación en cuanto al manejo de los medios de comunicación se refiere. El denominado media-trainning; es ya, de hecho, una asignatura obligada en cuantos deseen participar en política.

Los aspectos de comunicación en medios tales como la postura, el uso de la voz y la presencia son vitales, en ellos usted debe mostrar la congruencia entre su imagen, el partido que representa, su prestigio personal, su actitud, el puesto al que aspira y la identidad de los ciudadanos que va a representar.

Más aun, las habilidades para debatir y confrontar ideas y hacerlo a través de los medios ocupan un sitio relevante para ser competitivos en política. La preparación del debate es un asunto aparte, similar a una entrevista difícil, pero en terreno hostil y con una estrategia de confrontación que no puede dejar nada a la suerte.

7. Aspectos relacionales.- La imagen de un político será vinculada siempre con la de su familia y sus amigos, con su patrimonio, con sus antecesores, con otros líderes o miembros de su partido, con símbolos, mensajes, con la publicidad de su campaña, con sus asesores, con su equipo de trabajo, con sus posturas personales y con las ideas, causas y programas que defienda.

Por ello, resulta muy conveniente cuidar la exposición del candidato a situaciones en las que se le relacione con experiencias negativas de gobierno, con líderes deshonestos o con personajes de dudosa reputación que pudieran ser percibidos negativamente por los electores.

La idea de que la imagen es percepción cobra particular interés en materia política. Sin embargo, un adecuado manejo de la imagen de un político puede no ser la garantía de triunfo. Hace falta también una estrategia, una clara visión y sentido de la oportunidad, la táctica y la forma en que se hará frente a los adversarios.

La imagen política requiere de esfuerzo, disciplina y entrega constante a un proyecto de largo alcance. Cada elección es distinta y ofrece la oportunidad de aprender algo. Los políticos de hoy triunfan por su congruencia, por los hechos y las realidades que proyectan y que son apreciados por la ciudadanía. La imagen en política es selectiva, ya que solo hay un ganador, el que logra conjuntar una mayoría y se pone al frente de ella, siendo percibido como un integrante extraordinario pero igual.

La imagen en política es el resultado de una valoración, a veces racional, pero principalmente emocional. El éxito depende de la transmisión de estímulos congruentes, integrales, totales, persuasivos que lleven al elector a tomar una decisión en nuestro favor. Nada es más voluble que la opinión pública y la que tiene que ver con la política lo es aún más. Un error por mínimo que sea puede echar a perder años de esfuerzo. Una foto inoportuna, una pose, un gesto o un franco descuido puede ser la diferencia entre ganar y perder.

A veces nada es más difícil que convencer a un político de que su imagen no es la óptima, en este medio existen aduladores y mentirosos, chantajistas y oportunistas. Si usted quiere triunfar en política siga aquella máxima que dice que si dios le dio una boca y dos oídos al hombre fue porque se debe escuchar lo doble de lo que se dice.

Bibliografía:
Bennet, W. Lance & Entman, Robert M., Mediated Politics. Comunication in the future of democracy. Cambridge University Press. Cambridge UK, 2001.
Curran, James & Gurevitch, Michael, Mass Media and Society. Arnold Publishers. Third Edition. Easton Road, London, 2000.
Debray, Regis. El Estado Seductor, Manantial. Buenos Aires, Argentina, 1995.
Faucheux, Ronald A. & Herrson, Paul S.. The Good Fight, How political candidates struggle to win elections without losing their souls. Campaigns & Elections Magazine. Washington DC, EUA. 2002.
Fernández Christlieb, Pablo, La Afectividad Colectiva. Alfaguara. México, 1999.
Grey Lawrence, How To Win a Local Election. M. Evans & Company, New York, EUA, 1999.
Green, Robert & Elffers, Joost, Las 48 Leyes del Poder. Traducción de Dorotea Pläcking. Atlántida, Buenos Aires, Argentina, 1999.
Homs, Ricardo, Estrategias de Marketing Político, Técnicas y secretos de los grandes líderes. Ariel. Primera Edición. México, 2000.
Kaplan, Robert D., Warrior Politics. Random House, New York, EUA, 2002.
Maquiavelo, Nicolás, El Príncipe. Editorial Porrúa, Colección "Sepan Cuantos" no. 152. Decimonovena Edición. México, 2001.
Paredes, Alfredo. Manual estratégico de Imagen Política. IEESA-CEA Ediciones. México, 2002.
Sartori Giovanni, Homo Videns, La Sociedad teledirigida. Taurus, México, 2001.
Scheibe, Karl E., Mirrors, Masks, Lies and Secrets, Praeger publishers, New York, EUA, 1979.
Sun Tzu, The Art of War, Shambhala, Boston, EUA, 1988.

Colaboración Especial de: PHD Alfredo Paredes. Alfredo cuenta con una maestría en Administración de Empresas de Pacific Western University y un doctorado en Políticas Públicas en Northwestern University. Adicionalmente cuenta con cursos en Planeación Estratégica, Administración de Negocios, Comunicación Política, Mercadotecnia Política, entre muchos más. Paredes es consultor de diversas empresas, así como catedrático de diversas instituciones; México 2009.