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La pecera de la infidelidad

Comunicación Interna

La infedilidad dejó de ser un asunto enteramente privado para las figuras de alto perfil, ya que en la medida que el personaje se encuentra más cerca de la cresta de figura pública menor es la separación que existe entre su cargo y la vida personal, la cual queda expuesta como en una pecera

¡Es mi vida privada y nadie tiene que meterse en éso!, dijo furibundo una vez el recién fenecido ex presidente mexicano José López Portillo, cuando una periodista tuvo la osadía de preguntarle sobre sus relaciones extramatrimoniales con la Secretaria de Turismo, Rosa Luz Alegría, descrita por los medios “como las más notable entre todas sus amantes”.



Y es que López Portillo era bien conocido por sus correrías con mujeres dispuestas a complacer al mandatario azteca a cambio de ocupar un puesto gerencial en una de las empresas estatales, permitiéndoles a ellas el saqueo a manos llenas.

Un curso de acción muy común entre estos adúlteros con poder político, en vez de encarar el problema imponen la censura informativa a los medios, y así lo hizo Portillo en 1982 al cancelar la publicidad oficial a aquellos medios “entrometidos”. Por su parte, los empresarios del sector privado desestiman al Cuarto Poder y se atrincheran en respuestas tan poco satisfactorias como: “no voy a comentar sobre éso”.

Muchos antes que se mencionara el fenómeno de la globalización o que Marshall McLuham proclamara el futuro de la aldea global como efecto de los medios de comunicación, en China 2000 años antes de Cristo ya se sabía del poder-efecto que tiene cada quien sobre el resto de la humanidad, no importa que tan insignificante sea la persona dentro de la escala social.

Los pensadores precursores de Confucio visualizaban al mundo como una gran piscina llena de agua y los seres humanos como pequeñas gotas de una suave llovizna. Cada gota forma ondulaciones sobre la superficie que al contactar las ondulaciones de la gota vecina se produce un efecto dominó que tiene repercusiones infinitas.

Ejemplo: si un chino duerme ahora mientras leemos esta columna, lo hace con el fin de recuperar sus energía para el siguiente día trabajar arduamente cosechando arroz. Este arrroz es el que se vende aquí en Puerto Rico en los supermercados. Al nosotros comprar estos granos, entonces se produce un impacto a la inversa que permita que el chino vuelva a dormir, recuperar sus energías, hacer el amor con su mujer, (no siempre el mismo orden) y procrear más chinos que trabajen luego en el campo.

Pues los medios de comunicación se han convertido en esa piscina donde vemos reflejados las crestas de nuestras gotas de lluvia, y por lo tanto nadie está exime a su continuo escrutinio.

En la medida que el personaje se encuentra más cerca de la cresta de figura pública menor es la separación que existe entre su cargo y la vida personal. Tomemos como ejemplo el caso más sonado del siglo XX: Bill Clinton y Mónica Lewinsky. Mientras el Presidente se empecinaba a esquivar el asunto, mayor era la intensidad de la cobertura mediática. Una vez que enfrentó el caso pidiendo excusas públicamente; le restó municiones a sus opositores y el asunto murió por si solo.

¿Y qué hay de la empresa privada? Al igual que su contraparte del sector oficial, la vida personal del CEO afecta de la misma manera tanto a sus públicos externos, llámese gobierno y/o consumidores y sus públicos internos: accionistas, ejecutivos y empleados.

El presidente de la empresa se puede sentir en pleno derecho de buscar una mujer mucho más joven que le “revitalice” su vida, a la vez que desecha a su esposa como trapo viejo. Pero sus calenturas hormonales pueden llevar al desastre a la propia empresa, ya que vivimos bajo constante escrutinio por los medios de comunicación.

"El claro mensaje de hoy es que los presidentes ejecutivos de las compañías viven en una pecera y sus actos son observados muy de cerca", señala Christopher Komisarjevsky, presidente ejecutivo (CEO) de BursonMarsteller.

Cuando revienta el escándolo, ya bien sea porque su esposa sufre de un despecho incontrolable que la hace hablar como un loro o le exigen una mesada (alimony) que supera la imaginación del público, el empresario ve con asombro que su “asunto personal” ha salpicado a la organización y por ende a los empleados que laboran en ella.

Una y otra vez vemos como caso recurrente que el CEO acude por ayuda a quien considera un experto de comunicaciones, ya que durante años a través de la publicidad ha logrado mantener un flujo constante de clientes. En este caso el Vice Presidente de Mercadeo se encuentra ante un reto al cual no está preparado ya que lo suyo es la promoción y no el manejo de la controversia.

Entonces este ejecutivo comente el error de defender la institución aumentando la intensidad de la publicidad, lo que es como tratar de apagar el fuego con gasolina. En un momento en que todos los medios informativos sacan los trapos sucios de la vida personal del CEO, la publicidad que pretende rescatar la buena imagen de la institución se convierte en un recordatorio involuntario del escándalo.

Es por ello que corporaciones que enfrentan crisis de categoría catastróficas, como son las líneas aéreas, cada vez que se estrella un avión con más de 200 personas abordo, de inmediato declaran una veda publicitaria y entra en acción el equipo de manejo de crisis del departamento de Relaciones Públicas.

“Durante los tiempos de bonanza, todos creen que las habilidades de los ejecutivos de Mercadeo son la panacea de las comunicaciones. Cuando emerge la crisis, empiezan a tomar conciencia de que la capacitación en relaciones públicas es fundamental", explica Gabriela Parisi, subdirectora general de la filial de Ketchum en Buenos Aires, Argentina, experta en Mercadeo y en programas de Manejo de Crisis y Media Training para ejecutivos de multinacionales.

Por otro lado los ejecutivos de marketing ven con recelo y desconfianza a los relacionistas públicos, poque en su gran mayoría son periodistas y por ende personas controversiales. Pero para manejar controversias lo mejor es uno que la practique y las entienda. Tal como lo explica Leonard Saffir en su libro Power Public Relations: “Esta nueva disciplina ha sido admitida en la familia corporativa pero ha tenido problemas para encajar. Existen celos y fricciones. El problema más común son las malas relaciones entre marketing y relaciones públicas.”

Debido al escándalo que pueda sucitar una relación extramarital se convierte en la llave para generar o destruir ese capital simbólico de una empresa que es la imagen, su activo más importante. Cómo confiar en una empresa que es dirigida por alguien que le miente a su propia esposa.

En conclusión, la política del silencio y las respuestas de “sin comentarios” o “no es el momento para hablar sobre eso”, ya no son válidas. Sobretodo si su ex mujer le ha armado a Ud. y a su amante tremendo escándalo en un elegante restaurante de la ciudad a la vista de todos.

Su infidelidad ya dejó de ser privada y su empresa entró en crisis.

Por: Héctor J. Héreter.
hhereter@yahoo.com


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