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Credibilidad Vs Interés Económico

Es verdad lo dijeron por televisión

Hoy, quiero retomar el tema de la credibilidad de los medios de comunicación, aquí encuentro interesante que agreguemos al artículo "Credibilidad Vs Interés Económico", el tema del escándalo. En la historia de los medios, el escándalo ha sido siempre el vehículo más seguro para llamar la atención del mundo y en la última década fue la herramienta más utilizada para obtener rating.

Sabemos que la televisión basa su gran fuerza expresiva en la imagen y podemos conjeturar que si mezclamos estos dos fenómenos, escándalo e imágenes, podemos obtener la fórmula segura para obtener más audiencia. Si hablamos sobre las peleas entre un medio y otro, sabemos que ocurrieron siempre, las tendencias políticas de los periodistas también, lo que es nuevo es la forma en que estos enfrentamientos se hacen públicos y la frecuencia con la que los periodistas expresan sus favoritismos, olvidándose de la imparcialidad, y aquellos principios que en algún momento eran las premisas para dar cuenta de los sucesos destacados de la realidad. Aunque…¿la objetividad periodística existe?. En este contexto, quiero compartir con Ustedes, lo que dijo una vez, Hubert BeuveMery, fundador del diario Le Monde: "en periodismo la objetividad no existe; la honestidad sí". Volviendo al tema que nos ocupa, las formas que adoptan las rivalidades entre los medios se asemejan mucho a las internas partidarias, a las peleas entre candidatos, son luchas de poder, en el medio de estas peleas siempre están las audiencias, quiénes en un buen porcentaje estarán conformes de permanecer ahí viendo el ping pong, el otro porcentaje de la gente, se sentirá incomoda y puede percibir la manipulación.



Rozar los límites de la tolerancia, exhibir cruentas disputas, fomentar el escándalo, son las actitudes que hacen la diferencia entre un medio que lucha por sostener su credibilidad y otro que la hecha a perder con cada segundo que el escándalo conquista su espacio. Las nuevas normas de los medios, que cada vez están más monopolizados, están supeditadas a la regla número uno de conseguir un punto más de rating, esta premisa es la que avala todas las acciones que a veces nos parecen raras y desbordadas en los medios.

¿Quién nos asegura la veracidad de los informes que difunden los medios?

Hoy, todo lo podemos ver en vivo y en directo. Podemos ser testigos, aunque ausentes, de los hechos más destacados del acontecer mundial. Podemos verlo todo, sin comprometernos con aquello que vemos. Y esto los medios lo saben y lo utilizan y ya no con el objetivo de mostrar la realidad tal cual sucede, sino de disfrazar esa realidad para que nos despierte la curiosidad y sigamos allí, leyendo, escuchando, viendo sin mirar y fundamentalmente comprando lo que ellos nos venden.

La carrera por la primicia, muchas veces es el trampolín para que los medios difundan documentos, noticias, videos, etc, que no son reales y que fueron manipulados con la mera intención de conseguir un rédito económico o perseguir intenciones políticas. La libertad de expresión, es un principio fundamental para el sostenimiento de un sistema democrático, es un derecho de los ciudadanos más que de los medios, por ello creo que la censura es una herramienta de antaño para mediar en este tipo de cuestiones. Por ello, la importancia que hoy le doy a que las audiencias puedan comprender la abundante información a la que están expuestas. Aunque soy consciente que la velocidad con la que la información se nos presenta, obstaculiza la posibilidad de discernimiento y comprensión. La vorágine informativa nos envuelve casi sin que lo notemos en un torbellino de datos aislados que no pueden ser unidos mientras tenga más fuerza el torbellino que nuestra capacidad de abstracción.

En su ensayo sobre el Watergate de 1985, Norman Mailer escribió algunas hipótesis sobre el caso pero las disfrazó de "modelos epistemológicos" de la siguiente manera:

Modelos

a) Aun cuando falte la mitad de las piezas del rompecabezas, cabe la posibilidad de que algo encaje. Pese a los huecos, la imagen quedará más o menos visible. Incluso si han desaparecido la mayor parte de las piezas, es posible disponer de un mosaico suelto con los elementos aislados. En estas circunstancias, la posibilidad de entrever la figura completa es pequeña, pero no se ha perdido del todo. Es precisamente la misma que uno preferiría conocer con certeza si las pocas piezas restantes pertenecieran al mismo conjunto.
b) Quizá los fragmentos de un espejo roto, en vez de las piezas dispersas de un rompecabezas, nos den un fundamento más sólido para el desarrollo de la metáfora. Al fin y al cabo, no estamos frente a la realidad, sino ante la imagen de una realidad que se sube hasta la superficie en el espejo roto de los medios masivos de comunicación.
c) Lo importante es no olvidar que estamos interpretando acciones extrañas. Hombres al parecer honestos se encubren mutuamente. Debemos recordar que una vida vivida bajo una máscara produce en el actor un estado mental crónico no muy distinto de esos peculiares momentos en que uno, mirándose muy insistentemente al espejo, llega a reconocer que la cara que lo mira a uno tiene que ser --inexorablemente-- la propia. Y sin embargo no lo es. Lo que el espejo refleja son nuestras vicisitudes --pero no nuestra alma--; porque otro día, y delante de otro espejo, allí estaremos nosotros, abrumados, pero luciendo una imagen espléndida. d) Sin duda, la dificultad es análoga a la que se supone escribir un poema que sólo conste de nombres, números, objetos, conjeturas, habladurías, globos de ensayo, insinuaciones y otros fragmentos sueltos de la prosa.
e) A veces, dice el avispado observador, "pienso en esa historia de Howard Hughes, tan temeroso de los microbios que mantiene a Jean Peters en el extremo opuesto de la habitación. Y me pregunto: ¿y si el miedo a las bacterias hubiese sido una ficción y el doble de Howard Hughes no se hubiera atrevido a acercarse demasiado a Jean Peters?".
f) Difícilmente hubo en el caso Watergate un episodio que no nos fuera presentado en forma tal que pareciese más estúpido que lo que hubiera podido razonablemente ser. ¿O será más exacto decir que aquello que esperábamos percibir es más brillante que el nivel en el cual hemos sido estimulados a percibirlo?

Conclusión

No tengo dudas, que la prensa gana credibilidad poniéndose del lado de la verdad en la construcción de la información. Por otra parte, nuestro rol como audiencia necesita cambiar para adaptarse al torbellino de información que los medios nos ofrecen, es preciso entonces que comencemos por evaluar algunas de las convicciones con las que hasta hace unos años nos manejábamos, cuando convincentemente afirmábamos, “es verdad, lo dijeron por televisión”.

¿Es el destino de los medios de comunicación impresos a desaparecer ante la gran omnipresencia de los medios electrónicos como el Internet y la televisión? De nuevo esta pregunta surge como una fantasma dormido cada vez que entra en escena otro jugador capaz de transmitir la información a la velocidad del rayo. Los estudiosos responden también a la misma velocidad: “¡NO!; los periódicos tienen muchos más años mientras exista entre el público una necesidad inquisidora por saber a profundidad de lo acontecido.” Mientras que el público continúe preguntando ¿...y porqué?, existirá la razón de ser de los periódicos.



Por: Lic Natalia Martini
nmartini@rrppnet.com.ar
Lic. Relaciones Públicas e Institucionales. Desarrolladora Full Stack. Directora de RRPPnet, CEO de NM Comunicaciones.