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Noticia Ampliada

  • 18/07/2025
  • Actividad Física en la cuarta edad

Por Julia Giuseppucci, terapista ocupacional, de Manantial Grupo Humano (www.manantialghumano.com.ar).

Si bien la actividad física es saludable en cualquier etapa de la vida, en la cuarta edad cobra un rol preponderante en el bienestar físico, social y mental, contribuyendo así a mejorar la calidad de vida.

Es fundamental en este período poder mantener las estructuras mio-osteo articulares existentes a través de diferentes tipos de actividad física. Esto último, lo diferencia de las etapas anteriores en las cuales la actividad debe centrarse en la prevención o la recuperación de las enfermedades cardiovasculares.

Recuperar o mantener la capacidad de realizar diferentes gamas de movimientos, y en el caso de ser posible disminuir el dolor, genera que el individuo logre una mayor independencia y autonomía influyendo ampliamente en su autoestima.

Es importante tener en cuenta que los participantes de cualquier programa de actividad física tengan controles médicos periódicos que avalen la realización del mismo y cuantifiquen el progreso.

Si bien, de por sí, realizar actividad física es saludable y necesario en esta etapa de la vida, es interesante encontrar motivaciones mas allá de lo estrictamente físico; algo con lo que puedan sentirse identificados es un buen incentivo para la continuidad en la participación de la misma.

Espacios que involucren lo espiritual, el reencuentro con la propia historia a través de la música, la incorporación de diferentes elementos, así como la capacidad de graduar y modificar aspectos de la actividad podrían evitar que ésta se vuelva rutinaria.

El juego y la recreación pueden modificar la concepción antigua de la clase de gimnasia tradicional. El participante debe hallar elementos gratificantes, y la misma debe ser planificada acorde a sus necesidades y capacidades.

La frecuencia de la actividad debe adaptarse a las enfermedades de base y estar atentos a los signos incipientes de falta de adecuación a la actividad física, ya que en esta población los procedimientos directos de medición no siempre están disponibles y su seguridad para el participante es cuestionable. A pesar de esto, la dosificación debe hacerse en lo individual ya que una actividad recreativa puede ser insuficiente para algunos o muy fatigante para otros.

Un estudio realizado en Suecia recientemente y cuyos resultados han sido publicados este año, muestran que la actividad física previene y retarda la aparición del deterioro cognitivo y los estados demenciales. Una persona físicamente activa tiene menos probabilidad de presentar este tipo de afecciones que una persona sedentaria.

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