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Noticia Ampliada

  • 31/12/1969
  • Liderazgo de altura

Por Chris Warner y Don Schmincke, oradores Vistage (www.vistage.com.ar) de “Ampliando la mirada del CEO”.

En la teoría de liderazgo faltan datos y hechos concretos. Cuando
empezamos a conocer más sobre los CEOs, nos dimos cuenta de lo difícil
que es implementar la teoría en el mundo real. Sin embargo, a través
de la genética evolutiva y la antropología podemos encontrar algunas
respuestas.

Analizando la experiencia del montañismo tanto en el Monte Everest
como en K2, observamos cuáles eran las razones por la cuales
fracasaban las expediciones. Nosotros sabemos que los equipos no se
tienen que equivocar, porque en los ascensos a las montañas, eso
implica la muerte de alguien. Por eso, las cosas tienen que salir bien
siempre. Entonces, el modo que utilizamos para escalar es el mismo que
usamos para preparar a una empresa. Hay que hacer la ingeniería del
ascenso para tener éxito y contar con los instrumentos adecuados para
generar buenos resultados.

No obstante, hay que saber subir, pero también bajar. Todos llegan a
la cima, pero por algo no pueden bajar. Están tan motivados para
llegar a la cima que cometen errores bajando. Y eso mismo pasa en las
compañías.

Para obtener resultados, no solo son necesarios los instrumentos sino
también las técnicas, que nos ayudan a tomar decisiones. Lo más
importante para subir una montaña, es hacerlo con el equipo adecuado,
en el cual uno pueda confiar, y que el trabajo sea de todos juntos.
¿Cuál es el costo de un mal equipo? Literalmente en el montañismo,
pero también figurativamente en otros equipos de trabajo, está
comprobado que el 30% de los equipos en Estados Unidos trabajan por
debajo de su potencial porque no están comprometidos.

Un equipo de alto rendimiento tiene que poseer cuatro características
importantes: pasión por lo que hace y que no se destaque el deseo
personal sino la misión del equipo; visión dinámica y no estática;
asociación para que haya confianza y cariño hacia el otro; y
perseverancia, que fomente el deseo de practicar y reflexionar para
estar preparados para mayores desafíos, y para utilizar el conflicto
como herramienta de crecimiento.

Cuando comenzamos la investigación, buscábamos algún principio nuevo
de liderazgo, pero no lo encontramos. Lo que sí pudimos analizar es
que el líder tiene la capacidad de evitar peligros, y esto puede ser
genético y biológico.

También reconocimos al liderazgo como búsqueda de la felicidad, porque
los resultados positivos generan esa felicidad. Pero los resultados
parecen ser lo que consumen nuestras vidas. ¿Qué podemos cambiar? Los
contenidos, es decir, los objetivos y los planes para lograrlos. ¿Cómo
podemos cambiarlos? A través de procesos, que son las políticas
corporativas y los programas de cambio.

El comportamiento humano es el motor principal, si esto no se
modifica, nada cambia. Los líderes inventan y crean, y en esto deben
estar educados. Si las creencias se alteran, también se pueden cambiar
los comportamientos. Los grandes líderes nunca están satisfechos con
las creencias y de allí surge su arte de lucha. A nosotros,
habitualmente, nos seducen tanto las herramientas que nos olvidamos de
la organización. Los CEOs tienen que preguntarse si tienen
herramientas dentro de su compañía que los distraen de los valores
claves.

Asimismo, la pasión es el motor para ganar mientras que el egoísmo
afecta la función del grupo, porque lo consume cuando ya no tiene
objetivos. El líder biológicamente sabe que tiene que haber un desafío
a futuro. Eso hace que los empleados participen de la batalla y sean
competidores feroces. Así, las grandes corporaciones recuperan un
mercado cuando tienen un desafío. No hay que eliminar el drama de la
compañía, porque cuando hay un vacío de saga, se inventan dramas
propios. Muchas veces el líder se olvida de darles el drama a los
empleados, y de ser la fuente de ese drama. Cuando las personas no
tienen drama en sus vidas, se enferman. Sin el drama van a tener un
problema, entonces creen uno para estar saludables.

Finalmente, todos sabemos que la velocidad genera dinero, pero ¿cómo
generar velocidad? La mitad del tiempo lo perdemos en reuniones,
proyectos innecesarios y actividades que nos consumen. Por su parte,
el ego proyecta un mundo de miedos que no sabemos cómo eliminar. La
solución es recordar que un día vamos a morir, y con este pensamiento
se desconecta la amenaza y vuelve la velocidad. Nosotros ayudamos a
los líderes que dudan, porque pierden un cliente o un proyecto y,
cuando ellos aceptan la muerte, se fortalecen. Así fue como muchas
compañías en quiebra salieron adelante.

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